martes, 31 de julio de 2012

Micro-constataciones 03 desde Granada


uno de los infinitos rincones mágicos en la Alhambra

Que la rotundidad del minimalismo del Museo de la Memoria impacta,
encandila su solemnidad en cierta manera, claro que sí.

Pero me quedaría, mil veces antes, si me hicieran elegir,
con la riqueza indescriptible de la Alhambra.

No es sólo embrujo, magia, esfuerzo, detalle, fantasía, significado...
es también una concepción como barroca de la percepción y de la vida en la que me quedaría por mucho más tiempo a vivir. En la que la existencia se me antoja más densa, más pura en su permanente contaminación de color, textura, relieve, juego de luz.

Además hemos saltado un cordel, a escondidas, y hemos accedido a rincones sin turistas, sin focos de luz artificial. Donde sólo se colaba la luz, tras rebotar en decenas de superficies diferentes, que de forma natural debía colarse hace ocho siglos. Y allí nos hemos quedado un buen rato. Sin hablar y sin hacer fotos. Y esto ha sido lo más valioso de la visita.

Campo-Baeza y queridos contemporáneos similares: ya sé que no debemos hacer lo mismo que lo que nos maravilla de lo ya pasado, entre otras razones porque además es imposible. Yo no tendría fuerzas ni músculos conceptuales para llevarlo a cabo. No me convence. Pero vuestra sobriedad tampoco. En ella estáis perdiendo, rechazando, dejando caer o pulimentando algo que todavía no sé expresar, que no entiendo del todo, pero que intuyo como esencial.

Cuando le haya puesto nombre volveré a cargar contra vosotros.

Y si no lo consigo hincaré la rodilla. Y me quitaré el sombrero.

Nos veremos las caras. Lo charlaremos. Será un placer.

Pero que uno no puede seguir siendo el mismo tras visitar con cariño la Alhambra: en eso estaremos de acuerdo.

2 comentarios:

  1. Una vez fui a ver la Alhambra con una de esas personas que no te dejan indiferente.
    Era mi quinto año viviendo en Granada, pero desde que vivía en la ciudad, había entrado sólo una vez. Ya se sabe, cuanto más al alcance tiene uno las cosas, menos se preocupa por ellas.
    Estaba un poco perdida con un proyecto, quizás con la arquitectura en general, y se lo había comentado; y mientras paseábamos en silencio, me dijo: aquí tienes tu lección de arquitectura, aquí tienes el material para tu proyecto.
    Me quedé muy sorprendida y empecé a fijarme en cada detalle, en cada sensación, en cada recorrido y en cada intención... y tenía toda la razón del mundo.
    Al lunes siguiente, en la corrección, nos hablaba Torrecillas de la fascinación de Barragán cuando visitó la Alhambra.
    Y yo no podía dejar de sonreír.

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  2. Los objetos cotidianos nos muestran su piel. Con ella interactuamos al sujetarlos, sentarnos, dormirnos...Podemos ver su piel también porque son cercanos. Y al desvelar su piel, se acercan.

    Como bien dices, el edificio de Campo Baeza parece lleno de mayúsculas en los conceptos, en los tamaños, en las soluciones, empeñado en subrayar la importancia de lo que contiene. Los ideales, como el horizonte, siempre serán nuestra más lejana fuente de inspiración.

    Un abrazo. S

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