martes, 26 de junio de 2012

De la entrega con el cielo


detalle de remate de cubierta entregando con el cielo de Estocolmo

Pensaste que no era tan importante resolverlo bien hasta el final. Que bastaba con que funcionara constructivamente a la perfección. O lo mejor posible. Que nadie subiría a la cubierta en condiciones normales. O que no había edificios más altos en derredor. Y que con una grava cualquiera ya era suficiente. Que no importaba el color si nunca iba a llegar a verse. "La más barata" dijimos todos. Y con razón.

Pero los dioses lo saben: todos los factores importan. El cielo y el infierno están contenidos en todo a todas las escalas. Y cuando sintonizas la frecuencia secreta de su voz sus consejos y reproches hablan claro y demasiado alto. Ensordecen a menudo nuestras razones y necesidades.

Para transformar, en el seno de tus convicciones, estas nimiedades en factores imprescindibles primero hay que haberse elevado. Más alto que las cubiertas. Aprender a ver lo invisible para apreciar lo que parecía inapreciable. Lo esencial. Que además resulta, generalmente, un poco más caro. Aunque sólo sea por pagar el coste del procesarlo, del pensarlo, porque no es inmediato.

"¡Pero es que entonces no tocas de pies en el suelo con la realidad!" dicen algunos. Y dicen bien.

Efectivamente nos encontramos ante un dilema: el que conecta lo humano con lo que está por encima.

sábado, 16 de junio de 2012

Del irrenunciable embrujo


pasadizo embrujado en Bruselas


Ante la pregunta "¿qué valoras como irrenunciable en arquitectura?", y como para responder hay que mojarse, mi respuesta es "el embrujo".

Embrujo: fascinación, atracción misteriosa u oculta.

Para mí es irrenunciable. Se ha de producir. De hecho cuando no se produce no se trata, en mi opinión, de arquitectura. Por muy excelente que sea la factura técnica, útil para la sociedad o potente el discurso proyectual.

El embrujo se da en construcciones que son exquisitas desde muchos puntos de vista, cierto es. La llamada "arquitectura en mayúsculas" quizá.
Pero se da también en ideas transmitidas con palabras,
en bocetos preciosamente imprecisos,
en intenciones contenidas como potencial en planos técnicos,
en el diálogo entre el arquitecto y el carpintero,
en el habitante apropiándose del espacio,
o el espacio apropiándose del habitante...
y también en obras a medio acabar,
en buhardillas con goteras,
o en el recuerdo de espacios que fueron gloriosos, aunque ya no lo sean.

El embrujo se da en muchos lugares que nada tienen que ver con la arquitectura. Pero al mismo tiempo es requisito imprescindible para ésta.

El embrujo se da, muchas veces, al margen de la intención humana. Pero yo considero arquitectos a los humanos que son capaces de controlar, en la medida de lo posible, su aparición.

Argumentos racionales o irracionales, concretos, abstractos, históricos, contemporáneos, individuales, sociales, funcionales, técnicos, teóricos... cada uno es libre de combinarlos como mejor quiera y pueda. A eso nos dedicamos los arquitectos. Cualquier combinación podría ser, a priori, válida. Pero para mí sólo desemboca en arquitectura cuando logra consenso entre seres sensibles de que allí se produce efectivamente esa fascinación, atracción misteriosa y oculta que llamamos embrujo.


martes, 12 de junio de 2012

Propuesta sensorial 01

Para quitarse el día de encima. Para salir, por un momento, del cuerpo. Para reiniciar. Para sentir parte de lo importante. O para valorar lo que no se ve:

ducharse completamente a oscuras.

lunes, 4 de junio de 2012

De humanizar profundamente la normativa


apurando lo esencial en Austurvöllur, Reykjavík


Hay una residencia de ancianos en Reykjavík, a la orilla del mar, con unas vistas privilegiadas.

En el solar que la separa del Altlántico ya están en marcha los cimientos de un edificio que tendrá cuatro plantas y tapará por completo las vistas de todas las habitaciones de la residencia.

Cuando te quedan pocas cosas y poco tiempo en la vida, y si no estás sufriendo demasiado, intuyo que unas vistas como estas se convierten en aliadas, compañeras del viaje, hasta el final. Que las miras con un cariño metafísico. Dialogas con ellas. Las saludas y despides cada día quizá envidiando lo que comparado con tu fugacidad parece eterno.

Una humanización profunda de la normativa en arquitectura es casi tan esencial como la iluminación, la ventilación, el suministro de agua o la evacuación de los residuos. Pero tardará mucho más en llegar.

Yo digo, literal y radicalmente, que no puede ser. Que las normas no deberían permitir algo así. Que delante de una residencia para ancianos cuyas habitaciones miran al mar y a una montaña mágica no se puede construir absolutamente nada que estorbe.

"Qué lócura, cómo vamos a tener eso en cuenta..."
"Así no funcionan las cosas..."
"No se pueden atender este tipo de cuestiones..."
"Tú lo que pides es otra sociedad... una nueva constitución política..."
...dirán los que redactan las normativas y sus correligionarios.

Ya...

Yo querría verles, veros, verme... apurando los días de la vida y los rayos del sol.

Y bolígrafo en mano, tembloroso el pulso, tener que firmar
si aceptamos o rechazamos la medida.



viernes, 1 de junio de 2012

Lección inesperada 04: concierto de Yann Tiersen



Anoche hubo un momento en que se apagaron todos los focos menos uno. Todos los componentes del grupo se bajaron del escenario menos uno, Yann Tiersen, que solo y furioso tocó "Sur le fil".

Sufriendo y disfrutando a la vez, como el arco del violín, pensaba que la arquitectura podrá tener muchas cosas, pero que nunca podrá generar nada tan desgarrador, literal, músculo deshilachándose, cuerda vocal consumiéndose... como el sonido que emana de ese arco que se va destrozando.

Sufría porque son muchos años (muchos más que la carrera) para conseguir ser arquitecto. Pero ni en el mejor de los casos puede la arquitectura expresarse en el modo tan directo, personal, individual y arrebatador que lo hace la música.
Disfrutaba porque los arquitectos están para otras cosas. También útiles y válidas. Probablemente más necesarias. Tampoco puede la música competir con cosas como la omnipresencia física de la arquitectura. Y estar conforme con que "tenerlo todo es imposible" ciertamente me reconforta, me permite concentrarme y trabajar en lo que tengo entre manos.

Cuando acabó el concierto estuvimos cinco minutos aplaudiendo hasta que volvieron a salir.
Además de dar las gracias, Yann Tiersen cogió el micrófono para decir que desde el backstage había visto que el Sol aún no se había puesto, eran casi las 12 de la noche, y le parecía alucinante. Que ojalá en París fuera igual que en Reykjavík. Pero no puedes tenerlo todo, Yann. Y estoy seguro de que tú también has aprendido a vivir con ello.

Porque el talento y sus manifestaciones nacen, en gran parte, de limitaciones esenciales.