sábado, 17 de noviembre de 2012

Propuesta sensorial 03

Escoger una película, lo más densa posible.

Escoger una persona (sólo una) para visionar la película juntos. No importa cama, sofá, butacas... pero lo óptimo sería estar bastante cerca, y no establecer contacto durante el visionado.

No hablar, no comentar, no mirarse más de lo imprescindible.

Escuchar la primera mitad de la película por los altavoces.

Escuchar la segunda mitad a través de dos pares de auriculares, uno por persona.

Comparar la sensación de compañía al saber que existe la posibilidad de hablar, de comentar, de escuchar la respiración del otro o el cómo se rasca (primera mitad). Y cómo no es tan inmediato al tener los auriculares puestos (segunda mitad). Cómo ese pequeño obstáculo nos aísla y refuerza o mantiene contenida nuestra individualidad (y nuestra soledad).

Para evidenciar las burbujas invisibles, pero presentes y permanentes, de la percepción y de la disposición ante el mundo.

lunes, 12 de noviembre de 2012

De la ruina que nos envuelve y constituye


vida colonizando vida humana, a los pies del Snæfellsjökull

Hoy la vida se nos va de las manos. Como siempre. Pero a menudo conseguimos camuflarlo. Pintando los cadáveres de colores. Revistiéndolos con materia de aspecto impecable. Iluminando las zonas donde reinarían las tinieblas, de no ser por nosotros.

Cuando no hemos colocado todavía la primera piedra
ésta lleva ya mucho tiempo desintegrándose.

Antes de nacer ya hemos empezado a morir. Y aún así parece que tiene sentido vivir una vida humana. Antes de que la vida de verdad, la de la entropía universal, se nos lleve por delante.

Proyectamos y llevamos a cabo ficciones habitables. Si las ejecutamos bastante bien incluso son capaces de sugerir que la vida es maravillosa. O menos horrorosa de lo que parecería, sin esas ficciones.

La arquitectura definida en clave negativa, como actividad humana que nos permite retrasar las consideraciones más graves. O suavizarlas. O reconducirlas. Utilizando el espacio y nuestra manera de percibirlo como medio para este fin.

Parece un milagro que nuestros cuerpos no fallen antes de lo que suelen hacerlo. Pero la estadística, la esperanza de vida, están de nuestra parte.

Como lo sabemos accedemos a la trampa inevitable de construir con materiales que duran más de lo que nosotros duraremos, normalmente.

Sigamos construyendo ruinas a las que llamaremos arquitectura. Llamémoslas vida y materia y color. Es bello. Y necesario. Aunque sigan siendo ruinas. Es tan sólo cuestión de tiempo que claudiquemos. Que claudiquen nuestras creaciones, más allá de nosotros. Pero hagamos como si nada.

Somos ruina que construye ruinas con materiales en ruinas.

Y sin embargo la ficción se sostiene lo justo,
en los mejores casos,
como para permitirnos el llamarla arquitectura.

Juegos propios del parque humano.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Del cementerio interior


los muertos dan la bienvenida a los mortales en Súðavík

Podríamos ser pesimistas y definirnos como andantes cementerios de células, ideas y sentimientos. No sería falso, pero sería incompleto. Y puestos a mirar la realidad de forma sesgada es mucho más productivo (y probablemente inteligente) ser optimista y pensar que la vida siempre apuesta por la vida.

No creo que haya muchas discusiones, en Súðavík, acerca de la ubicación del cementerio. Ni sobre el hecho de que la madera de las cruces y la valla, que al tiempo es la del pueblo, sea la misma. Así es y así está bien.

Paseando por Roma un buen amigo me dijo "Mira, el verano".
Y yo "¿Cómo? ¿Dónde el verano?". No entendí..
"Sí. El cementerio. Se llama El Verano".
Me pareció un nombre inmediatamente genial.

En el cementerio de Arlington un pequeño autobús descapotable te lleva directamente a los "highlights" (incluído el numerito del cambio de guardia) sin perder tiempo. Esto es importante y razonable porque allí se entierran veteranos de guerra estadounidenses. Y eso es mucha superfície, por mucho que los junten. Relación espectacular, épica, puntual con la muerte.

Pero no intento compendiar curiosidades y características de cementerios del mundo. Hoy me interesa lo que éstas nos indican sobre la manera en que encaramos la muerte.

Además de acumular allí a los muertos y disponerlos de forma más o menos ordenada para poderlos visitar los cementerios son un elemento más para confeccionar el sentido que nos damos como sociedad. Se podrá leer claramente con perspectiva, dentro de un par de siglos, estudiando los cementerios nuevos construidos alrededor del siglo XX.

No sé si hay algún caso de cementerio reciente que se haya creado, partiendo de cero, en el solar vacío de alguna ciudad consolidada. Ya no parece que tenga ningún sentido. Pero no estaría bien confundir lo importante con lo inevitable. Ahora parece más razonable construir un cementerio magnífico a las afueras de la ciudad, aunque lo acaben okupando a la espera de ser puesto en funcionamiento.

No digo que me parezca bien ni mal la ubicación interior o exterior, respecto a la ciudad, de los cementerios. Depende mucho de cada caso e igualmente sería absurdo pronunciar un veredicto. Pero digo que la tendencia a construir los de nueva planta a las afueras es muy coherente con que las dos residencias de ancianos cuyas entrañas he podido visitar con detalle (una en Reykjavík y otra en Ibiza, casualidad occidental) tengan una sala con cámaras frigoríficas para guardar ancianitos recién muertos, justo al lado de una puerta trasera por donde salen sus cadáveres, la misma puerta por la que entra el fiambre que desayunan por la mañana. Todo muy limpio, muy discreto, muy eficiente.

Pero es demasiado diferente a "La ciudad de los muertos" de El Cairo como para no plantearnos el reconsiderar nuestra manera de enfrentar la muerte. No vaya a ser que lo estuviéramos haciendo de espaldas. Autoconvenciéndonos inútilmente. Enseñándoselo a los niños. Creyéndonos, pese a las evidencias, que la vida sólo trata de la vida.