miércoles, 27 de febrero de 2013

De los referentes naturales que polarizan el espacio


él o ella, Esja, en Reykjavík

Nuestra relación comenzó con un flechazo. Ha sido apasionada desde el principio.

Pero pasión de la buena, con desapego. No el tipo de pasión posesiva que inunda de sangre los pulmones de la antorcha humana.

Hay días, de verdad, en que casi ni la miro. A ella le sucede lo mismo. No nos culpamos porque no nos pesa. Nos queremos tanto que nos queremos libres. Y esto es lo mejor para los dos.

Cada mañana, no exagero. Es literalmente cada mañana desde hace más de dos años, cada día cuando salgo de casa, que al mirarla me hace sonreír y sentirme tremendamente afortunado. Una fascinación implacable, inédita en mí.

Y es que tiene tantas caras, todas tan bellas...
que incluso cuando la noche,
la lluvia,
la nieve o la niebla
no me permiten verla directamente (ellas también quieren su parte)

yo la imagino tanto que casi diría que puedo verla.

Pero no es sólo una cuestión de belleza. Tiene algo de un orden mayor, que no alcanzo a descifrar. De ahí su poder. No sé si tiene algo mío. O si yo tengo parte de ella.

Existen elementos naturales del entorno físico que polarizan las indicaciones y referencias de los habitantes. Más que los puntos cardinales o las calles. Gigantes del imaginario, al margen de su tamaño.

Yo estaría de acuerdo en que no hacerles ningún tipo de alusión al proyectar en su zona de influjo, una relación de ignorancia para con ellos, se considerara delito arquitectónico. Tranquilamente. Para qué demonios estamos en la Tierra si no, sólo para sobrevivir?

Qué radical me pongo a veces, cuando me domina la pasión.

viernes, 22 de febrero de 2013

Pequeño detalle importante 02: llegada al portal





Un clásico: en un edificio por lo demás muy correcto diseñar una "no llegada" al portal. Que no haya transición entre la calle y el interior. Como si nadie (ni siquiera el cartero) tuviera nunca que esperar mientras suena el interfono. Como si a veces no hubiera que buscar las llaves. Como si nunca nevara. Y lo peor, como si nunca lloviera. Y nadie en mi edificio lo dice, pero todos nos mojamos con esos goterones cuajados y congelados que nos impiden llegar antes de haber llegado. Con lo bien que sienta estar llegando a casa antes de haber entrado al portal...


sábado, 16 de febrero de 2013

Sudden random teleportation 01

Con un poco de ruta incierta, un poco de un artículo precioso como concepto, algo de música... y fascinado por las posibilidades que apuntan las todavía ortopédicas nuevas tecnologías.

De todo eso, y algo más, nace esta sección: las "Sudden random teleportations".




33º56'15" S - 18º31'53" E



Me teletransporto a Ciudad del Cabo, en el sur de Sudáfrica.



Resulta que a las afueras de Cape Town (una ciudad que desde el aire parece exclusivamente periferia) hay un polígono industrial en el cual una empresa llamada West Cape fabrica, por lo visto, vidrios de seguridad.

Me doy una vuelta por el polígono. Vidas grises y pequeñas, pienso, a pesar del sol.

Un hombre recoge algo del suelo. Parece ser que lo mete en una bolsa de basura que tiene al lado y que incluso la furgoneta que hay aparcada muy cerca es donde sube después la bolsa. Quizá se pasa el día entero así, recogiendo latas y botellas, por un poco de dinero. O quizá sólo estaba limpiando.

Qué extraño resulta lo que nos parece intrascendente, cuando además está tan lejos, al mirarlo de repente tan de cerca. Y veo su trascendencia expresándose con códigos que no acabo de comprender. Ajenos del todo a mi presencia puntual. Me atraviesan indiferentes como a un fantasma.

Qué placer tan cálido teletransportarme de nuevo a casa. Fuera de mis esquemas hoy hace un frío soportable, pero incómodo y raro.

Qué poco importa lo que ignoramos.


domingo, 3 de febrero de 2013

Del silencio de las musas


intentando domesticar iluminación y orientación, en Formentera

Cuando las musas callan sus motivos tendrán.

Yo no pienso que sean ni buenas ni malas, no creo que tengan consideración por lo humano, aunque unas veces parezcan abrazar con pasión y desapego, y otras veces caprichosas, impulsivas, escurridizas o despiadadas. Más bien las encuentro algo "un tanto divino y, avanzando por un camino inconcebible, sigue su marcha feliz". Pero su volatibilidad tiene consecuencias.

Cuando falta la inspiración para un pequeño blog, realmente, el problema no es tan grande. Se resienten las estadísticas. Pero poco más.

Cuando alguien cuyo pan depende de su inspiración pregunta, pero las musas no responden, entonces el problema ya se va haciendo mayor. Siempre se puede optar por un trabajo corriente. Ofrecer su tiempo a cambio de dinero. Pero no es lo mismo. Comer a cambio de Crear es un intercambio profundamente injusto. Nunca podrá pagarse la grandeza del acto creativo, cuando es honesto. Pertenece a un orden de cosas distinto. Es al espíritu lo que las necesidades fisiológicas al cuerpo. E incluso aplaza éstas últimas durante periodos de tiempo insospechados.

Pero hay un grupo "a caballo", como suele decirse de los arquitectos, entre el arte y la ingeniería. Este colectivo, pese a tener una capacidad limitada, participa destacadamente en la fabricación de nuestras almas.

¿Qué sucede cuando les falta inspiración? ¿Quién paga esa carencia, a qué precio y quién perita que allí ha faltado inspiración? Porque sin ella los arquitectos pueden igualmente entregar las claves para llevar a cabo construcciones excelentes, desde el punto de vista técnico. Pero para encontrar la forma de producir el hechizo, sin el cual en mi opinión no hay arquitectura, no es suficiente invertir tiempo. Hay que hacerlo de manera que brote esa guía, orientación, intuición, inspiración... que desemboca en embrujo.

También hay quien no cree en estas cosas. Ni en la inspiración ni en el embrujo. Pero habría que preguntarle entonces qué es, en su opinión, el acto creativo. Y entraríamos en discusiones terminológicas, en el mejor de los casos.

Yo por mi parte no creo en la figura del "genio genial" que saca ideas maravillosas de una chistera. No conozco ningún ejemplo de Maestro que lo fuera. Acaso alguno se construyó un personaje y lo aparentaba. Pero si mi escepticismo alguien lo considera como prueba de que yo no soy un "genio genial", además de aceptarlo con gusto, le propongo tomar un café y seguir discutiendo sobre este mito.

Si existe o no, si se puede domesticar o no la inspiración, es una cuestión demasiado mayúscula para el poco tiempo del que disponemos. La necesidad se cierne sobre nosotros. Y apenas podemos aferrarnos a un puñado de certezas prácticas.

Las mías al respecto, hasta el momento, son éstas:

- El esfuerzo. Cuando llegue la inspiración que me encuentre trabajando.

- Canalizar ese trabajo mediante un método. Hay un problema evidente de exceso de información. Hay que filtrarla. Y con lo filtrado hay infinidad de posibilidades. Todo eso hay que gestionarlo, de una forma o de otra.

- Trabajar la sensibilidad. Aprender a calibrarla y adaptarla. Y darle lo que precisa para no marchitarse. Esto es una auténtica jungla. Cada uno que haga lo que pueda. Pero este factor no me resulta menos esencial que los demás.

- Predicar con el ejemplo. ¿No somos arquitectos? ¿Cómo tratamos el espacio donde trabajamos? Además de las condiciones en que habitamos nuestra casa las condiciones espaciales para invocar las musas más favorablemente serán unas pero no otras. Esas condiciones hay que definirlas en términos de tamaño, color, visuales, luz, textura, olor, sonido, tacto, recorridos, movimientos... y generar el clima que aunque no asegure resultados sí los facilite y los sostenga el máximo de tiempo posible.

Y si al final nada funciona, más que al silencio de las musas, la culpa yo se la echaría al ruído. El que nosotros mismos generamos. El que produjo la burbuja inmobiliaria al estallar. El que generan el exceso de arquitectos titulados y normativas de aplicación absurda... y finalmente uno acaba por llegar al tema de moda: la crisis.

Sea como sea, si no encontramos la manera de inspirarnos para embrujar los espacios físicos, ¿alguien sabe si la mediocridad y decadencia espacial que nos espera no serán multiplicadoras de la mediocridad y decadencia sociales?