martes, 1 de mayo de 2012

De lo mayúsculo y lo necesario


arquitectura necesaria para secar pescado, en Isafjordur


La arquitectura necesaria y la arquitectura en mayúsculas no sean quizá del todo incompatibles. Pero es importante precisar que una cosa y la otra tienen poco que ver.
La fusión de ambas se puede estudiar, aunque ni exista ni proceda buscarla con el fin de encontrarla. Pero ha de ser estudiada porque del fracaso inherente nacen conclusiones (y espacialidades) valiosísimas.

La primera diferencia es que la arquitectura necesaria, como indica su nombre, es imprescindible. A diferencia de la arquitectura en mayúsculas que en términos de supervivencia fisiológica es perfectamente innecesaria.

Otra diferencia es que la arquitectura en mayúsculas no puede permitirse el lujo de que una cuestión de necesidad o derechos humanos decida por ella los materiales, las formas o la distribución de los espacios. Porque su lugar es un incómodo océano abismal de inmensidad, abundancia y libertad. Como el que precedió al levantamiento de las pirámides de Egipto.

Pero resulta que muchos arquitectos contemporáneos están demasiado ocupados (con "lo necesario" en los mejores casos, con lo superficial y gratuito muchas más veces) como para dedicarse a entender lo mayúsculo.

Esto sólo es la teoría. En la práctica lo primero es tener pan para comer, y después cada uno hace lo que puede. Y por tanto las cosas son distintas y más complejas. Pero es que la práctica ya es, en sí misma, una necesidad. Y en condiciones de necesidad, casi siempre, lo mayúsculo está vetado.

Los nuestros parecen, efectivamente, tiempos de veda.
No tengo nada que objetar.
Pero tampoco pretenderé, porque me hayan tocado estos tiempos, hacer creer a nadie que "lo necesario" y "lo mayúsculo" pueden ser lo mismo. Aunque esté cada vez más de moda.

Con ello nuestra generación, cuando lo confunde, estaría evidenciando el no haber entendido nada de lo que dicen los maestros. Que, aunque cambie en materialidad y espacialidad, siempre es lo mismo. Porque ya tocaron el cielo. E intentar rebatirlo desde el suelo y el barro, aunque podría llegar a parecer un nuevo paradigma: lo social, lo participativo, lo democrático, lo necesario... se trataría simplemente de una pataleta.

Y los maestros, que son sabios y pacientes, desde su olimpo miran, callan y esperan a que pase el hambre.

1 comentario:

  1. Gracias por llevarme a ese lugar intermedio, donde uno puede mirar a lado y lado, sin querer decantarse, y darse cuenta de "un" espectro. Allí donde se aprende.
    Eso... amigo mio, es sin duda lo weno

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