sábado, 12 de julio de 2014

Diario de viaje: Mánagata 15 (Día 0)




Con medio corazón averiado, y la otra mitad en proceso de metamorfosis, vuelo y vuelvo a Reykjavík como visitante, no ya como habitante. Voy a estar un mes, trabajando en parte, pero sobre todo utilizando y calibrando unos ojos nuevos que me acaba de regalar la vida, para vivir y observar la ciudad que fue mi casa durante los últimos cuatro años.

Algo que tal vez había de ser un tema periférico (el lugar donde voy a estar hospedado) esta vez se ha convertido en argumento central de la trama, por la creciente ilusión que me hizo la oferta de un amigo para quedarme todo el mes en su casa, a cambio tan sólo del potencial de una bella convivencia que los dos intuimos.

Eduardo (Eðvarð más bien) es español, pero lleva 30 años viviendo en Islandia, y varios siglos distanciándose de España. Lo conocí en uno de aquellos lugares y momentos más allá del espacio y del tiempo.

La invitación a hospedarme en su casa surgió tan espontánea e inmediata como mi certeza de que se trataba de una gran idea, un gesto genial, una simbiosis emocionante.

Ni mucho menos por cortesía o compromiso le traigo tres regalos: el primero, descaradamente premeditado, es una copia de "Moksha". El segundo, ciertamente improvisado en el aeropuerto, es una botella de vino tinto Campo Viejo Gran Reserva del 2008. El tercero está en proceso: son estas líneas, y el retrato que voy a ir trazando (casi) a diario de mi estancia en la casa donde conviven el propio Eðvarð, Radisa (una gata) y muchas otras criaturas y situaciones extra-ordinarias.

Aunque pudiera no parecerlo, se hablará de arquitectura. Lo prometo.

Bienvenidos. Pasen y vean. Lean y sientan.



2 comentarios:

  1. Buen viaje.
    Buena suerte, bonito :_)

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    1. Buen viaje.
      Buena suerte, bonita :')

      https://www.youtube.com/watch?v=_QdZxmnJ5hQ

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