jueves, 18 de abril de 2013

Rasgo de carácter 01: la rotundidad

Las construcciones, como las personas, en ocasiones se caracterizan por expresarse con rotundidad, en sentido de firmeza.

Como en las personas, me parece distinguir tres formatos:

Primero: cuando llevan mucha razón. Me resulta ejemplar, envidiable, admirable. Por tanto, por mi parte, es bienvenida. Aunque sea yo el aplacado. Haciendo cosas bien hechas.

Segundo: cuando se pronuncian de forma rotunda con argumentos muy discutibles, polémicos, pero difícilmente falsables. Esto lo respeto bastante porque lo considero todo un arte. Una suerte de funambulismo. Haciendo cosas que pueden llegar a ser muy útiles.

Tercero: cuando por el contrario no llevan suficiente razón, se pronuncian con argumentos que no pesan lo que pretenden, entonces siento una mezcla de vergüenza ajena, compasión y sed de justicia. Haciendo cosas que contaminan.

La cuestión se ha desplazado, por tanto, desde la rotundidad hasta la razón. La segunda determina la pertinencia de la primera. Pero el tiempo modifica las variables de cálculo. Y como el agua que corre va suavizando los éxitos y los fracasos. Tiende a funambulizarlo todo.

Una vez más, el paso del tiempo, juega en favor de los impostores,
los rotundos del tercer formato.

El tiempo cura casi todo, pero no es su función hacer justicia.

La rotundidad es un capricho del pasado. Y en el presente una herramienta.

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